viernes, 24 de octubre de 2008

¿SE PUEDE PREVENIR LA POBREZA?

Por Rolando Bujaico Jacobi
ECONOMÍA-UNMSM
rbj_1811@hotmail.com


Hoy en día el principal problema que aqueja a la sociedad peruana es la pobreza, además la bonanza económica alcanzada por el país no está solucionando este problema.

A falta de respuestas claras en este campo, se han sumado preguntas relacionadas, así se ha buscado siempre la forma de luchar contra la pobreza, cuál es la forma más correcta. Como se sabe, además de esperar que el crecimiento beneficie a la población, el Estado peruano tiene un conjunto de programas y políticas sociales que deberían ayudar en el objetivo de reducir la pobreza. Al respecto, se ha incrementado el gasto social e incluso se han generado programas piloto con diseños nuevos o con mecanismos de racionalización del gasto sobre la base de mejores métodos de focalización; sin embargo, la pobreza no ha cedido.

La creciente inequidad y precariedad del crecimiento económico que vive el Perú, es un crecimiento que, sobre la base de un análisis, es superficial e insuficiente para conducir a una reducción de la pobreza y la inequidad.

El propio modelo económico que siguió el Perú de la reforma desde la década de los años 90, junto con cambios demográficos y contextuales (internos y externos), es el principal generador de inequidad socio-económica.

En efecto, nueva información proveniente del seguimiento a hogares en el tiempo indica que la percepción que tiene de la pobreza no es la apropiada; los datos son en relación a los años 1998-2001, y 2001-2004. Entre 1998 y 2001, un 68% de las familias experimentó al menos un episodio de pobreza, y sólo un 25% fue pobre los cuatro años siguientes; como consecuencia 43% fueron alguna vez pobres en dicho periodo. En el periodo 2001 y 2004, las cifras fueron 67%, 28%, 39%, respectivamente. Estos datos muestran claramente que la pobreza es altamente dinámica y de naturaleza muy diversa en sus causas. Sin embargo, y muy equivocadamente, la política social por parte del Estado, casi siempre asume que la naturaleza de la pobreza es estática; así hace afirmaciones erróneas, diciendo que los pobres son los mismos siempre y que casi todos ellos necesitan lo mismo y en las mismas dimensiones. Esto sólo es cierto para una reducida cantidad de la población pobre, lo restante de esta población no se muestra pasiva cuando el Estado no interviene para dar muestras de que tiene voluntad o capacidad para solucionar el problema en referencia. Este clamor de los pobres se nota claramente en la magnitud de las diversas protestas en casi todas las regiones del país; y las gigantescas movilizaciones en Lima, que tienen grandes precedentes. Es difícil que esto se explique por oposiciones puntuales o por manipulación externa al movimiento social, tal como señalan voceros del gobierno. La represión generalizada y violenta por parte del Gobierno, tampoco es coherente con este diagnóstico.

Seguramente hay reivindicaciones locales en las plataformas del movimiento social, pero han coincidido mineros, campesinos, maestros, docentes universitarios, portuarios, y movimientos regionales que también tienen demandas nacionales. Todo esto en medio de una campaña masiva, que señala los supuestos logros del crecimiento del país, la abundancia del recursos, la redistribución a regiones, las bondades de la inversión extranjera (que además llegará raudales con el TLC) y la obtención del grado de inversión.

Se debe recordar que el entonces candidato García, llamó en el 2001 a luchar no sólo contra el fujimorismo político, sino también contra el fujimorismo económico; a la vez que cuestionó a Alejandro Toledo Manrique, de querer construir el “segundo piso” de la dictadura; obligando a un viraje de su campaña, Toledo no sólo aplicó el continuismo, sino que puso a los mismos operadores mediocres de los años 90, y representantes de las transnacionales y de grupos de poder, que sin intermediarios manejaron la política económica según sus intereses.

En el año 2006, “la población” votó mayoritariamente por el cambio de modelo, pero el nuevo gobierno estableció alianzas que traicionando a sus promesas electorales, no sólo mantuvo los lineamientos centrales de la política cuestionada, sino que puso también directamente en el control estatal los mismos operadores, es decir propició para que los ministerios y organismos sociales estén copados por gente que no tiene la preparación mínima, para estar donde está; pues el manejo se da por criterios de clientelismo político antes que por criterios técnicos.

Esto condena a los sectores sociales a tener una performance mediocre, cuando el país requiere con urgencia que operen mucho mejor. En los sectores sociales suele suceder que la gente más capaz, los profesionales mejores, en su gran mayoría están como consultores externos, pero no como personal permanente de la institución, tal como razonablemente se debe cumplir. Esta situación le facilita la vida parásita a los burócratas incapaces e inmorales; pues cuando no saben hacer algo, que deberían saber hacer, contratan a externos, quienes deberían estar ocupando sus lugares ya que éstos, sí tienen la suficiente capacidad y preparación. Esto genera mayor burocracia, y en consecuencia, mayor pobreza.

En medio de este desmán y desgobierno, las familias tratan de salir de la pobreza por su propia cuenta, pero ocurren eventos que les devuelven a su situación inicial o les empeora. El descontento popular ha ido aumentando al no darse los cambios esperados; se trataría entonces no sólo de una cuestión coyuntural. Existe un crecimiento primario exportador sin eslabonamientos significativos que crea una bolsa de empleo precario; las empresas transnacionales se benefician con ganancias extraordinarias aumentadas por sus precios internacionales, mientras las relaciones están congeladas, aumentando la desigualdad en la redistribución de ingresos. Existen empresas transnacionales exoneradas de impuestos en contrato de estabilidad tributaria; así como las ganancias de capital; mientras que por otro lado tenemos la carga de los impuestos indirectos regresivos que gravan a la sociedad en general. Con el aval del Estado, se eliminan políticas sectoriales destinadas por ejemplo a la agricultura, ciencia y tecnología, industria nacional; mientras se mantiene la inflexibilidad laboral. Se tiene presupuesto de hambre en educación, salud, y otros, pese a que son más importantes, mientras el Estado argumenta que no hay recursos para aumentar los salarios, a la vez que se pre-paga la deuda externa.

Entonces el modelo concentrado y excluyente polarizados, que busca ser perpetuado con el TLC. Esta situación no es sostenible. En conclusión, se tiene que redistribuir más equitativamente los recursos, y a la vez que debe haber similitud de condiciones a la hora de gravar los impuestos, y esto no debe ser, de ninguna manera, el “sombrero” encubridor para las mineras, tanto en los impuestos que debe pagar, como en la explotación de los recursos. Queda claro para cualquier persona que hace un mínimo uso de su razón, que se requiere con suma prontitud un cambio radical de la política económica estatal, iniciando con una eliminación progresiva (de sus actuales cargos) a todos los que deben ser excluidos del sistema gubernamental por su incapacidad cognoscitiva e inmoral, pues la presencia de tales individuos es nefasta, ya que lo único que saben hacer es truncar el desarrollo de nuestra economía, y de nuestro país en su conjunto. Es, pues, indignante saber que personas de este tipo están en todas partes de nuestro Perú, cual parásitos, que pese a su incapacidad e inmoralidad, gobiernan a lo largo y ancho del país; antes, debemos expulsarlos, que aceptarlos como “nuestros” “gobernantes”, de no ser así, la pobreza nos acompañará siempre.

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